lunes, agosto 23, 2004

10 razones para la protección del Valle del Genal

1) Existencia de una extraordinaria variedad de substratos litológicos, calizas, dolomías, pizarras y gneises, areniscas y, sobre todo, las peridotitas, una intrusión magmático diapírica que orla el valle por el E y SE, que se constituye como una de las mejores expuestas del planeta.

2) Disfrute de un clima suave y lluvioso, de clara influencia marítima en el sur, algo más continentalizado al norte, con medias anuales de 14 ºC, y una oscilación anual en torno a los dieciséis grados, con veranos no muy cálidos, en torno a los 24 ºC e inviernos suaves a media ladera, con medias en enero cercanas a los 8ºC. Las precipitaciones, por su parte, son abundantes, con medias superiores siempre a los 1000 mm, acrecentadas ostensiblemente en las alturas, y con los efectos de la criptoprecipitación del levante en Sierra Bermeja, cuantificable en las de 500 mm anuales.

3) Como consecuencia de estos hechos, la realidad de una extraordinaria cubierta vegetal, con notables endemismos, sobre todo en las sierras calcáreas y en las peridotitas, y la existencia de numerosos ecosistemas vegetales, entre los que destacan el alcornocal, encinar, quejigal, pinsapar sobre calizas y pinsapar sobre peridotitas (caso único en Europa), pinar carrasco y pinar negral, retazos de robledal, pinar-sabinar, alcornocal-quejigal, alcornocal-acebuchal, comunidades de ribera, como las saucedas, choperas, alisedas y fresnedas, así como brezales, aulagares, jarales, madroñales, piornales, etc...

4) Las diferentes comunidades faunísticas se encuentran bien representadas y las especies que las constituyen gozan de poblaciones bien distribuidas en los ambientes favorables. Esto se debe al buen estado de conservación que el valle presenta. Aunque faltan estudios para tener un conocimiento más amplio de la fauna, existen algunos grupos taxonómicos bien contrastados, como son los vertebrados y algunos órdenes de insectos. También encontramos una rica avifauna e ictiofauna ligadas a los cursos de agua, que gozan de gran interés, pues sus nutridas poblaciones son excelentes indicadoras de la calidad ecológica del río, lo que unido al buen estado de conservación de los biotopos, hacen de las riberas un lugar ideal para las comunidades de aves. Además, el valle se convierte cada año, en la época de la migraciones, en un lugar excelente para el descanso y la alimentación de éstas. Dentro de los mamíferos un indicador de alta calidad ambiental es la nutria, que es el mejor descriptor faunístico del valor ecológico de esta tierra. Tambien están presentes otros carnívoros, como el Meloncillo, el Tejón, la Jineta, la Garduña etc., y dentro de los ungulados destacamos el Corzo, la Cabra Montés y el jabalí.

5) Substrato, clima y orientación propician igualmente los cultivos, entremezclados con la vegetación natural: en los nortes, y a media ladera, castaños, ciruelos, nogales, cerezos; en las solanas, pequeños olivares, almendros, higueras y alguna viña, resto de pasados esplendores.

6) Pervivencia de los regadíos de ladera, con pequeños manantiales y albercas, mediante bancales, para cítricos y huertecillos familiares. En los contactos de las calizas con las áreas metamórficas, sistemas de irrigación más sofisticados y productivos, cuyo paradigma más hermoso y sugerente es el de Balastar, en Faraján, un prodigio de conservación de la vieja cultura del agua, donde los parterres y tablas se engalanan con una variada arboleda, con los huertos y la permanente presencia del agua, no sólo entre los canalillos y acequias, sino en su caída, libre, casta y generosa, por dos imponentes chorreras.

7) Supervivencia, igualmente, de algún agrosistema de fondo de valle, en forma de la dualidad molinería-huerto, con el sistema de azud y caz, otra muestra de sostenibilidad que, aunque hoy ya inviable, puede y debe ser recuperada para otros usos de carácter educativo y de ocio.

8) Presencia de paisajes muy específicos, que constituyen una insospechada riqueza en sí mismos, como los torcales de Cartajima y Júzcar, la Cancha de Conio en Atajate, los peñones de la Dorsal en Benadalid, Benalauría y Algatocín, la Sierra de Jarastepar en Alpandeire, Sierra Crestellina en Casares, el sistema de cascadas de Júzcar, los meandros y bosques de ribera de Alpandeire, Jubrique, Benalauría y Genalguacil, en el Genal y sus tributarios, el alcornocal de Benarrabá y del Monte del Duque, el gran castañar de Pujerra-Igualeja, el mayor de todo el sur de España, la Sierra de las Nieves en Parauta, el Pinsapar de Los Reales en Genalguacil...

9) Un urbanismo en parte bien conservado, con trazados casi intactos, con las poblaciones a media ladera, como es común en toda la montaña mediterránea, con ejemplos notables en los cascos urbanos de Benadalid, Benalauría, Benarrabá, Pujerra y Gaucín, entre otros.

10) La última razón es casi la más contundente de las expuestas: no hay otro Valle del Genal. No existe, salvo en los Cevennes franceses o en la Kabylia argelina algo similar que haya conservado tan bien sus esencias como esta tierra.

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http://pasoslargos.com/opinion.htm

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